Para un usuario final el Cloud Computing se ve
principalmente como un servicio que le permite usar aplicaciones en la red (lo
que tecnológicamente denominamos SaaS o Software as a Service).
Desde ese punto de vista, pues, Cloud Computing es una
tecnología que utiliza principalmente Internet y un conjunto indefinido de
servidores remotos para mantener los datos y aplicaciones. Este tipo de “nube”
permite a los consumidores y a las empresas utilizar las aplicaciones sin
necesidad de instalarlas en sus propios equipos y acceder a sus archivos
personales usando sólo un terminal remoto con acceso a Internet. Esta
tecnología permite la utilización mucho más racional de las aplicaciones
mediante la des-ubicación del almacenamiento, la memoria, el procesamiento de
datos y ancho de banda.
Un ejemplo sencillo de Cloud Computing es el correo
electrónico de Yahoo o Gmail, las aplicaciones ofimáticas “Google Docs” u
“Office 365″, etc. El usuario no necesita de un software o servidor específico
para su uso, todo lo que se necesita es una conexión a Internet y se puede
enviar y recibir mensajes de correo electrónico. El servidor y el software de
gestión de correo electrónico están todo en la “nube” (Internet) y es
totalmente gestionado por el proveedor de los servicios “Cloud” (Yahoo, Google,
etc.), el consumidor no necesita instalar ningún software (salvo el navegador)
en su PC o equipo local, pero sí disfruta de sus beneficios.
El uso del término “Cloud Computing” (“computación en
nube”) viene probablemente del uso de una imagen de nube para representar a
Internet u otro entorno de red de gran tamaño. No nos importa mucho lo que está
en la nube o lo que ocurre allí, excepto que puedo enviar y recibir datos de
forma fiable. Sin embargo en el caso de Cloud Computing la “nube” se asocia a
un nivel de abstracción más alto: en lugar de la existencia de canales de
datos, routers y servidores, ahora hay servicios. El hardware y software
subyacente de la red, por supuesto, siguen ahí, pero ahora se utilizan las
nuevas tecnologías para elevar el nivel de servicio construyendo aplicaciones o
servicios que se ponen a disposición del usuario de forma que un usuario del mismo
no se debe preocupar por la forma en que se lleva a cabo, o de qué tecnologías
se utilizan para implementarlo o de cómo se mantiene (es más estos aspectos son
transparentes para él): solo se preocupa de elegir un proveedor que le
proporcione acceso a ella con un nivel de disponibilidad, prestaciones y
fiabilidad acordes a los requisitos de la aplicación.
Una característica adicional que se debe enfatizar en
esta primera aproximación es el carácter de auto-servicio y bajo-demanda:
en general el usuario accede al servicio cuando quiere y con las prestaciones
que elige, y por lo que está dispuesto a pagar de acuerdo a lo que haya pactado
con su proveedor externo (o aceptando la repercusión de costes de su
Departamento TIC en caso una Cloud interna) de acuerdo a los SLAs y recursos
que el mismo decide aprovisionarse en cada momento (especialmente en el caso de
IaaS o PaaS como posteriormente se describen al explicar estos conceptos que
ahora se avanzan).
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